Los ingleses insisten en manejar por la izquierda y los americanos en medir en pulgadas. Sólo hay tres países en el mundo que siguen usando pulgadas, pies, millas, galones y onzas: EEUU, Burma (Myanmar) y Liberia. En lo que hace a EEUU, un nuevo libro revela la sorprendente razón.
El anacrónico sistema de medición estadounidense ha desconcertado siempre a los extranjeros, e incluso a algunos americanos. Si bien en la década del ’70 surgió en el país un popular movimiento a favor de la adopción del sistema métrico, la iniciativa tuvo escasa vida.
En consecuencia, hoy los reportes meteorológicos de todo el país dan las temperaturas en Fahrenheit, las precipitaciones en pulgadas y la velocidad del viento en millas por hora. Es ampliamente sabido que los 32 grados F se corresponden a los cero grado centígrado, pero al momento de convertir las dos medidas sobrevienen los problemas, pues uno debe primero restar 32 de la temperatura Fahrenheit y luego multiplicar el resultado por cinco, y luego dividir el producto por nueve para obtener el centígrado, que en EEUU es llamado Celsius, nombre del físico sueco Anders Celsius, quien en 1742 desarrollara el sistema decimal (18 años después que el alemán Gabriel Daniel Fahrenheit creara el sistema que lleva su nombre). Es posible que, para los americanos, la palabra “centigrade” sea demasiado difícil de pronunciar.
Pero todo esto se vuelve más complejo cuando la feria comercial NATPE envía las medidas de los stands. Por ejemplo, 25 cm se convierten en 9,843 pulgadas, pero una pulgada es dividida en 16 partes, así que para llegar a las restantes 0,843 pulgadas, después del nueve uno hay que contar “aproximadamente” 13,5 marcas en la regla.
Sin embargo, si de gracia hablamos, vamos a abordar de qué manera se mide el volumen en EEUU. Un galón (3,78 litros) contiene 128 onzas (oz). Las onzas son utilizadas para indicar tanto peso como volumen, de donde se distinguen onzas “líquidas” (en inglés se escribe onzas FL) y onzas “de peso” (indicadas simplemente como onzas). Un litro de agua contiene 33,8 onzas FL y 35,27 onzas de peso, pero no en el Fontainebleau Hotel, de Miami Beach, donde un litro de agua mineral se pondera en oro y en las barras un vaso de vino (148 ml o 5 onzas FL) cuesta US$ 21.
Y pensar que los americanos fueron los primeros en usar el modelo decimal para la moneda, propuesto por Thomas Jefferson y adoptado en 1784, antes incluso que Francia se convirtiera en el primer país del mundo en adoptar el sistema decimal de medidas en 1795 (México lo adoptó en 1857, Italia en 1861, Reino Unido en 1965 y Canadá en 1970).
La razón del fracaso del sistema métrico en EEUU ha sido discutido recientemente por el libro Whatever Happened To The Metric System?, publicado en Londres por Bloomsbury, y escrito por el autor estadounidense John Bemelmans Marciano.
Según Marciano, la propuesta de adoptar el sistema métrico en EEUU se originó a comienzos de la década del ’70, cuando la iniciativa reactualizara, cerca de 200 años después, el primer intento de Jefferson. La propuesta languideció hasta morir en 1982, tras una virulenta campaña en contra de algunos líderes conservadores. Entre ellos estuvo Dean Krakel, director del National Cowboy Hall of Fame, de Oklahoma, cuya tesitura planteaba que “el sistema métrico es definitivamente comunista”.
Otro oponente fue el columnista sindicado de Chicago, Bob Greene, fundador de la organización WAM! (We Ain’t Metric, “No somos métricos”), quien decía que se trataba de un complot árabe “con algunos franchutes y rosbifs metidos” (traducción posible del slang para referirse a franceses e ingleses, “with some Frenchies and Limeys thrown in”).
Más aún, la aversión hacia el sistema métrico no viene solamente de fanáticos conservadores, sino también de liberales como Stewart Brand, editor del Whole Earth. Incluso radicales chic neoyorquinos se toman para la broma al sistema métrico llamándolo “foot ball” (dos palabras que, separadas, indican una medida de longitud y una pelota que rebota).
Bajo el fuego cruzado de la crítica, la United States Metric Board, comité gubernamental creado por el presidente Gerald Ford en 1975, fue disuelto siete años más tarde.
Y así, incluso hoy en EEUU, una libra equivale aproximadamente a 0,45 kg, que equivale a 16 onzas, y cada onza son cerca de 28,35 gramos. Toda vez que es complicado para un americano usar onzas, las tiendas usan fracciones de una libra, como 1/4 de libra de jamón, antes que cuatro onzas, y en lugar de decir, por ejemplo, “tres centímetros”, los americanos tienen que hacer malabarismos con una pulgada y 1/16. Todo por culpa de los comunistas.
Dom Serafini es editor responsable de VideoAge International. Este artículo fue publicado originalmente en VideoAge.