Carriage
EEUU
Water Cooler (VideoAge)
Sep
La lucha en tres frentes podría ser potencialmente perjudicial para Disney. En el lado Oeste, el estudio lucha contra el sindicato de directores de Hollywood y el gremio de guionistas. El campo de batalla son los salarios residuales, la IA y las salas de guionistas. En el frente Este, la lucha es contra Charter Communications, con sede en Stamford, Connecticut. Allí, la disputa se centra en la retransmisión (retrans, carriage), las tarifas de cable y el papel del cable como intermediario.
Pero hay otro frente a tener en cuenta. El frente de batalla del Sureste que Disney abrió con el gobernador conservador de Florida, Ron DeSantis, que actualmente se presenta como candidato a la presidencia de EEUU. Allí, las cuestiones son puramente sociales y políticas, no relacionadas con la industria, por lo tanto, a los efectos de este análisis, mantendremos ese tercer frente fuera de este informe.
Aunque las luchas en el Este y en el Oeste son por cuestiones separadas y diferentes, el objetivo es desarrollar un nuevo (y ganador) modelo de negocio para los servicios de streaming.
Los inversores de Wall Street observan cada lucha con interés, esperando sacar provecho de cada movimiento y determinando indirectamente dónde se asentará la aguja de la resolución. Mientras tanto, los inversores celebran las huelgas que han dejado a los estudios con millones de dinero sin gastar.
Empero, el momento elegido por Disney para las luchas es desafortunado porque las largas huelgas han erosionado el apoyo y la simpatía de los consumidores, algo que Spectrum de Charter está aprovechando para resistirse a las demandas de Disney e introducir algunas propias (como se explica más adelante).
De hecho, mientras el retiro de un canal de la parrilla de un operador de televisión paga como táctica de negociación hace años habría provocado un alboroto entre los abonados, lo que habría llevado a los operadores a ceder ante las demandas de los programadores, hoy en día las protestas son relativamente silenciosas.
“The Walt Disney Company, el propietario de estos canales, ha eliminado su programación de Spectrum”: así comenzó una serie de mensajes a los suscriptores de cable el 31 de agosto de 2023. Spectrum, de propiedad de Charter Communications, transmite la programación del broadcaster de Disney, ABC-TV, y los canales ESPN, FX, Freeform y National Geographic.
La disputa no se trata sólo de carriage y tarifas de los transportistas. Spectrum es un operador importante en varias ciudades grandes, incluidas Nueva York y Los Ángeles, y tiene 32 millones de suscriptores en 41 estados. Es el segundo operador de cable más grande de EEUU después de Comcast.
“También quieren limitar nuestra capacidad de brindar más opciones a los clientes en paquetes de programación, obligándolos a tomar y pagar por canales que tal vez no deseen”, continuaba el mensaje de Spectrum en las pantallas de televisión.
Tanto las tarifas de carriage como las de los operadores de TV paga son necesarias para los resultados finales de los programadores de canales, que se ven afectados por la reducción de los ingresos por publicidad y tarifas de TV paga debido al sostenido corte de este tipo de servicios.
La cuestión del cord-cutting resume todo el escenario cambiante, que no empezó con los estudios, sino que fue acelerado por los mismos estudios cuando retiraron la mejor programación de sus canales lineales para hacer más atractivos sus servicios de streaming directo al consumidor (que ahora están fuera del control de los operadores de TV paga). Esta acción aceleró el cord-cutting, lo que se tradujo en menores ingresos por publicidad (debido al menor número de espectadores) y menores ingresos por carriage y tarifas de TV paga (debido al menor número de abonados). Estas acciones empujaron a los programadores, como Disney, a exigir tarifas más altas para compensar la reducción de ingresos aportados por los operadores de todas las variantes de TV paga (cable, DTH, IPTV). Cableoperadores (como Spectrum) no están satisfaciendo la demanda y la contrarrestan con su propia exigencia de que los estudios les permitan compartir publicidad en sus servicios de streaming. Así, están volviendo a lo grande para recuperar su condición de intermediarios, algo que los estudios llevan años intentando eliminar.